VIDA DE LOS SANTOS. San Julián, el Obispo de las canastas.
VIDA DE LOS SANTOS.
SAN JULIAN DE CUENCA OBISPO Y CONFESOR.
EL OBISPO DE LAS CANASTAS.
"Fue un verdadero padre para los pobres, que ayudó, con su dinero y con su trabajo, las necesidades de los menesterosos, de las viudas y de los huérfanos.
Empleó los réditos de su Iglesia tanto en ayudar a los míseros como en instaurar y ordenar los templos; contentándose, para vivir con poco sustento que procuraba con sus propias manos, tejiendo canastillas de mimbre.
Era asiduo en la oración, con cuya fuerza, ardiendo en paterna Caridad, consiguió de Dios muchas y grandes cosas a favor de su pueblo"
Lectura V del Oficio de Maitines.
La Tradición
"Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir"
San Julián fue el segundo obispo de la Diócesis de Cuenca, a cuyo frente estuvo diez años, sucediendo a D. Juan Yáñez.
Otros datos de su biografía comúnmente aceptada son fruto del piadoso recuerdo de su figura transmitido desde muy temprano y acuñado definitivamente por la hagiografía de la época.
Una larga Tradicion hace a San Julián oriundo de la ciudad de Burgos, hijo de honrados y piadosos padres.
Su nacimiento, en 1128, estuvo acompañado de señales que daban a entender lo que sería su santidad y su Dignidad Episcopal, como la aparición en su Bautismo de un Ángel ornado de las insignias Episcopales de mitra y báculo, el cual manifestó a los presentes que debían imponer al niño el nombre de Julián.
Desde la muerte de su madre se entregó directamente al trato con Dios retirado en soledad en la Vega de la Semella, junto al río Arlanzón, en Burgos.
Algunos biógrafos exponen las correrías Apostólicas de San Julián por toda España.
Tanto los Reinos Cristianos del Norte como las tierras musulmanas habrían sido testigos de su celo por la Salvación de todos.
Por su labor como Misionero, su fama habría llegado a conocimiento del Arzobispo de Toledo, que ofreció a San Julián cubrir la vacante del Arcediano de Calatrava.
Caritativo en grado heroico, nada quedaría de sus rentas Episcopales después de repartirlas entre los menesterosos especialmente en tiempos de hambre y epidemia. Como Pablo habría trabajado para ganar su sustento sin ser gravoso a nadie; San Julián se ejercitaba, en sus ratos de soledad, en los trabajos manuales, principalmente en el trenzado del mimbre y la fabricación de cestillas, un producto cuya venta sostendría al Santo Obispo y ayudaría a la manutención de los más pobres.
Colofón insigne, nos refiere la Tradicion que fue la Virgen misma quien, al final de sus días y en prueba del Triunfo Celeste alcanzado, le entregara una Palma idéntica a la que exhiben los Mártires.
Según el Obituario de la Catedral de Cuenca, la muerte o Tránsito de San Julián tuvo lugar el día 20 de Enero de 1208, conforme a la tradición, a la edad de 80 años.
Culto:
Tras un fugaz intento realizado en 1447, San Julián recibe culto ininterrumpido en la Catedral de Cuenca desde 1471.
Con seguridad, se produjo en ese momento la "Elevatio" de San Julián que era el modo de Canonización de la época.
En memoria a San Julián y su caridad, el Cabildo conquense instituyó, también a principios del siglo XV, la llamada Arca de San Julián o de la Limosna, que se convirtió en una institución benéfica para atender las necesidades de los desheredados.
En 1518 fue trasladado su cuerpo a la que hoy conocemos como Capilla vieja de San Julián o de la Reliquia, sucediéndose numerosos milagros en torno a su sepulcro.
En 1595 se produjo la Canonización Romana, aprobándose el rezo propio de San Julián para la Diócesis Conquense y difundiéndose desde entonces su figura como Patróno e intercesor de esta Iglesia particular.
El 8 de Septiembre de 1760 con enorme solemnidad se inauguró el Altar llamado del Transparente con el traslado al mismo de los restos del Santo.
La traza fue del arquitecto Ventura Rodríguez y la escultura de las virtudes y relieves de la vida del Santo fueron obra de Francisco de Vergara.
Durante casi dos siglos se conservó en ese Altar el cuerpo incorrupto de San Julián en el Arca, hecha de madera preciosa, forrada de planchas de plata repujada, costeada por el Obispo Alonso Antonio de San Martín.
Durante los sucesos de la Guerra Civil, un día de Octubre de 1936, el Arca fue destruida y el cuerpo del Santo quemado en el patio del Palacio Episcopal.
Recogidos de las cenizas, en 1944, fueron autentificados treinta y siete fragmentos óseos del cuerpo de San Julián y en 1947 fueron colocados en un Arca nueva que fue sufragada por suscripción popular, donde actualmente siguen siendo venerados.
Aviva, Señor, en tu pueblo, el espíritu de Caridad que tan copiosamente infundiste en tu Obispo San Julián;
y concede a cuantos celebramos su Fiesta poder llegar hasta Ti, imitando sus ejemplos.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI.
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