MARTIROLOGIO ROMANO.
MARTIROLOGIO ROMANO 1° DE ABRIL. SAN HUGO, OBISPO Y CONFESOR.
n. 1053 en el Delfinado, Francia;
† 1 de Abril de 1132 en Grenoble, Francia.
"¡Ay de vosotros los que ahora reís!
porque os lamentaréis y lloraréis".
(Lucas 6, 25).
ELOGIO:
+ En Roma, el suplicio de Santa Teodora, hermana del esclarecidísimo Mártir Kermes; la cual, en tiempo del Emperador Adriano, martirizada por el Juez Aureliano, fue sepultada junto a su hermano, en la Vía Salaria, no lejos de la Ciudad.
+ En el mismo día, San Venancio, Obispo y Mártir.
+ En Egipto, los Santos Mártires Víctor y Esteban.
+ En Armenia, los Santos Quinciano e Ireneo, Mártires.
+ En Constantinopla, San Macario, Confesor, el cual, en el Imperio de León, por la defensa de las Sagradas Imágenes, acabó su vida en el destierro.
+ En Ardpatrick, provincia de Munster, en Irlanda, San Celso, Obispo, que fue predecesor de San Malaquías en el Episcopado.
+ En Grenoble de Francia, San Hugo, Obispo, que pasó muchos años en la soledad, e ilustre por la gloria de los milagros, fue a gozar de Dios.
+ En Amiens de Francia, San Walerico, Abad, cuyo sepulcro es glorioso en continuos milagros.
+ Y en otras partes, otros muchos Santos Mártires y Confesores, y Santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN HUGO,
Obispo y Confesor
Los júbilos Eternos son la recompensa del llanto que San Hugo vertía oyendo las confesiones de sus penitentes.
Fue Obispo de Grenoble durante 52 años, y cumplió sus deberes con celo cada vez mayor.
Por espacio de treinta años soportó con paciencia una dolorosa enfermedad; durante cuarenta años resistió al demonio que le sugería blasfemias contra Dios.
Tuvo la dicha de recibir en su Diócesis a San Bruno y a sus compañeros, y de visitarlos con frecuencia en el yermo de la Cartuja. Murió el 1 de Abril de 1132, próximo a los 80 años de edad.
MEDITACIÓN SOBRE EL MODO DE GOBERNAR LOS OJOS
I. Pon los ojos en las miserias de esta vida: mira cuántos pobres, cuántos enfermos, cuántas personas afligidas; a la vista de tantos sufrimientos, te conmoverás y exclamarás: ¿Qué hice yo, oh Dios amabilísimo, para ser preservado de estas aflicciones? Agradece a Dios esta merced; humíllate viendo que no puedes o que no quieres soportar nada, mientras tantas otras personas sufren tan crueles dolores.
II. Mira a los que el mundo llama dichosos, a los que, reuniendo en sí los bienes de la naturaleza y de la fortuna, parece estuvieran a cubierto de toda miseria común al resto de los mortales. Cuando hayas considerado a estos favoritos del mundo, pregúntate a ti mismo: ¿Cuánto durará esta aparente felicidad? ¿Cuántas penas, deseos, remordimientos de conciencia, aprensiones terribles, acompañan a estas riquezas y a estos placeres? ¡Ah! ¡cuántas miserias y tristezas se esconden bajo el oro y la púrpura! Brillan por afuera, por adentro no son sino miseria (Séneca).
III. Cuando te tiente el espíritu de orgullo, mira la tierra y di en ti mismo: ¿De qué te enorgulleces tú, que pronto estarás encerrado en una tumba y serás pisado por los transeúntes? Si estás afligido, mira el cielo, anímate y di: ¡Ah! esta vida no durará siempre, iré al cielo, donde Dios enjugará mis lágrimas y calmará mis penas. Busquemos, amemos ardientemente los bienes que permanecen para los que los hallaron, que no pueden ser arrebatados a los que los adquirieron (San Gregorio).
Pidámos como fruto de este día: La modestia.
Orad por los que se hallan en pecado mortal.
ORACIÓN
Oh Dios Omnipotente, haced que la Augusta Solemnidad del Bienaventurado Hugo, vuestro Confesor y Pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la Salvación.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DIOS SOLO Y SOLO DIOS.
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